El 99% de las personas pasarán de esto. Pero aquellos que no lo hagan verán un modelo de depresión que va más allá del "desequilibrio químico" y muestra cómo la inflamación vincula los hábitos diarios con la salud mental. (Un hilo)
Durante décadas, la depresión fue descrita como un "desequilibrio químico en el cerebro." Investigaciones recientes muestran que en realidad es un estado de inflamación crónica de bajo grado + estrés oxidativo.
Los estudios muestran consistentemente que la depresión está asociada con: → Activación del sistema inmunológico, donde las células inmunitarias se comportan como si el cuerpo estuviera bajo ataque → Estrés oxidativo/nitrosativo (O&NS), que daña lípidos, proteínas y ADN Con el tiempo, estos procesos pueden alterar la estructura y función del cerebro de maneras que empeoran los síntomas.
¿Pero de dónde proviene esta inflamación? Una revisión de 2013 mapeó los factores ambientales y de estilo de vida que contribuyen. Aquí está el desglose:
1) Estrés El estrés psicosocial crónico—ya sea por trabajo, trauma o tensión social—mantiene activado el sistema de respuesta al estrés. Esta actividad sostenida aumenta el cortisol y las citoquinas inflamatorias, dejando al sistema inmunológico en un estado de activación prolongada. El resultado es un mayor riesgo y una mayor gravedad de la depresión.
2) Dieta pobre Las dietas pobres en nutrientes y altamente procesadas debilitan las defensas antiinflamatorias del cuerpo y aumentan la activación inmune. → Las deficiencias en vitaminas, minerales y antioxidantes reducen la capacidad del cuerpo para regular la inflamación. → Las dietas ricas en carbohidratos refinados y grasas inestables promueven el estrés oxidativo y comprometen la integridad intestinal. Juntos, estos factores impulsan respuestas inmunitarias que pueden contribuir a la depresión.
3) Inactividad física La actividad física regular reduce la inflamación y fortalece las defensas antioxidantes. Cuando falta actividad, las vías inflamatorias permanecen elevadas. El comportamiento sedentario se ha asociado consistentemente con una mayor inflamación y un aumento del riesgo de depresión.
4) Obesidad El exceso de tejido adiposo libera activamente moléculas inflamatorias como TNF-α e IL-6. A medida que aumenta la grasa corporal, los niveles de inflamación en reposo aumentan, lo que a su vez incrementa la susceptibilidad a la depresión.
5) Fumar El humo del cigarrillo introduce grandes cantidades de radicales libres, que dañan los tejidos y mantienen la activación del sistema inmunológico. Los fumadores empedernidos muestran consistentemente niveles más altos de inflamación y un riesgo elevado de depresión.
6) Permeabilidad intestinal ("intestino permeable") Cuando la barrera intestinal se ve comprometida, fragmentos bacterianos como los lipopolisacáridos (LPS) pueden entrar en la circulación. El sistema inmunológico los interpreta como amenazas, manteniendo una activación constante de bajo grado. Esta conexión intestino-inmunidad-cerebro se considera ahora central para entender la depresión.
7) Atopía y salud dental La atopía, o tendencia alérgica, se caracteriza por respuestas inmunitarias aumentadas a alérgenos. De manera similar, una mala higiene dental permite que las bacterias orales entren en el torrente sanguíneo, estimulando una actividad inmunitaria adicional. Ambos actúan como desencadenantes inflamatorios constantes que aumentan la vulnerabilidad a la depresión.
8) Trastorno del sueño Un sueño profundo y reparador es esencial para restablecer los sistemas inmunológico y antioxidante. Cuando el sueño se interrumpe, los marcadores inflamatorios aumentan, las defensas se debilitan y la regulación del estado de ánimo se ve afectada. El insomnio y la depresión a menudo se refuerzan mutuamente a través de esta vía inflamatoria.
9) Deficiencia de vitamina D La vitamina D juega un papel clave en la regulación del equilibrio del sistema inmunológico. Cuando los niveles son bajos, el cuerpo es menos capaz de controlar las respuestas inflamatorias. La deficiencia es generalizada en las poblaciones modernas y se ha vinculado de manera consistente a un mayor riesgo de depresión.
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