Dave Brooks se apoya en el mostrador. “Sí, quiero un Dennis Porter.” El barman se queda congelado en medio de pulir un vaso. Sus ojos se abren como platos. “¿Estás seguro?” Dave asiente. “Sí, ¿por qué no?” El barman se inclina, bajando la voz como si estuviera a punto de revelar un secreto de estado. “Escucha, esta bebida te va a dejar boquiabierto. En serio. Has sido advertido. La mayoría de la gente no está lista para esto. Es histórico. Es el futuro de las bebidas. Una vez que lo pruebes, nunca volverás a ver las bebidas de la misma manera. El Dennis Porter va a cambiar toda la industria de los bares tal como la conocemos.” Dave levanta una ceja. “Suena… intenso.” “Oh, lo es,” dice el barman, asintiendo gravemente. “Los líderes mundiales han preguntado por esta bebida. Los multimillonarios han volado en jets privados solo para probarla. Algunos dicen que el FMI está redactando políticas al respecto. Es tan disruptiva. No solo bebes un Dennis Porter, te alineas con lo inevitable.” Dave ahora está intrigado. “Está bien. Dame uno.” El barman coloca dramáticamente un vaso de pinta. Se ve oscuro y misterioso, con espuma girando en la parte superior. El tipo toma un gran sorbo… y se detiene. Su rostro se descompone. “Es… agua. Agua plana.” El barman se endereza, muy serio. “Exactamente. Pura, sin adulterar, 100% claridad. Sin calorías. Sin sabor. Sin carga. Solo… nada. Esa es la genialidad.” Dave mira el vaso. “¿Eso es todo?” “Eso es todo,” sonríe el barman. “Y piensa en esto: pagaste veinte dólares por ello. Esa es la verdadera innovación.”