El cerebro humano funciona con historias, no con estadísticas. Es por eso que los hechos pierden ante la ficción cada vez en un debate público. Una campaña política ganadora te habla de una madre en la mesa de su cocina, mirando las facturas médicas por el cáncer de su esposo Joe. La campaña perdedora habla de métricas de eficiencia del sistema de salud. ¿Cuál es más probable que resuene con los votantes? Este patrón se repite en todas partes. Si alguien te ataca con una historia falsa, defenderte con estadísticas verdaderas casi te garantiza la derrota. ¿Qué hacer en su lugar? Lulu Cheng Meservey explica: