En 1931, Auguste Piccard y Paul Kipfer ascendieron en un globo de hidrógeno a una altitud de 15.800 m (52.000 pies), más alto que nadie antes que ellos, convirtiéndose en los primeros humanos en presenciar la curvatura de la Tierra. Estudiaron los rayos cósmicos y también fueron los primeros humanos en entrar en la estratosfera.