Recuerdo vívidamente mi primer partido de baloncesto en la universidad, donde jugué 0 minutos. Después del partido (ganamos por 15 y aún así no obtuve minutos de basura), mi papá se acercó a nosotros, felicitó a todos y me dijo que era "¡UN GRAN HIJO!!!!" Avergonzado, me sonrojé y caminé hacia el vestuario. Ya estaba molesto porque no obtuve tiempo de juego como junior, así que escuchar a mi papá decir eso me desconcertó. Cuando subimos al auto, le pregunté "papá, ¿por qué hiciste eso???!! ¡Ni siquiera jugué!!" Era un adolescente hormonal, dame un respiro. Él hizo una pausa y dijo "Con (hijo en vietnamita), fuiste increíble. Ayudaste a tu equipo a ganar. Gritaste ayuda a tus amigos cuando no podían ver a la gente detrás de ellos. Ayudaste a facilitar la ofensiva comunicando cuánto tiempo quedaba en el reloj, quién estaba libre. Elevaste a las personas cuando tenían la cabeza agachada." Estuve en silencio. En ese momento, estoy orgulloso de haber estado de acuerdo con él, aunque respondí con "lo que sea, bo (papá en vietnamita)." Fue una hermosa lección que, aunque no tengas éxito exactamente como quieres en ese momento, tienes el poder total de controlar lo que puedes controlar. Esa temporada fue uno de mis mayores maestros. Pasé de ser un jugador estrella en JV a ser absolutamente malo en el siguiente nivel. En mi último año, encontré mi rol y jugué minutos significativos, pero esta lección me durará toda la vida. Controla lo que puedes y gana. Asegúrate de que las personas a tu alrededor también ganen, eso es lo que te convierte en un campeón.