Quizás lo más importante que he aprendido al entrevistar a tantos escritores es esto: no es la escritura de la que debes enamorarte, sino la edición. Cuanto mejor sea el escritor, más tiempo dedicará a revisar sus pensamientos. Estudiar detenidamente las oraciones. Reorganizar párrafos. Agonizando por la palabra perfecta. Son estos ciclos implacables de refinamiento los que finalmente hacen que un escrito pase de bueno a excelente.
Hay momentos, al principio de las carreras de las personas y especialmente en tiempos de agitación, en los que las cosas que dices se mantendrán durante décadas. Hace muchos años, tenía miedo de perder un trabajo cuando un amigo me dijo: "Si algo sale mal, con gusto cubriré tus gastos de manutención durante un año porque creo en ti y quiero que sepas que estarás bien".
Afortunadamente, todo terminó bien, así que nunca necesité el dinero, pero la sinceridad de ese comentario le valió una vida de confianza en mi libro.
Publicar en Twitter te enseñará que la forma en que dices algo es tan importante como lo que dices. "La mejor idea gana" suena bien, pero no es la forma del mundo. El estilo importa. ¿Cuántos genios murieron olvidados porque no sabían cómo empaquetar sus ideas?