La gente no cree en las teorías de la conspiración porque están locos. La gente se vuelve loca porque comienza a valorar el juego de las narrativas desafiantes más de lo que valora la verdad, y terminan creyendo todas las teorías sin importar cuán falsas e incoherentes sean, hasta que pierden el control de la realidad. Lo que me entristece es que tantos, incluyéndome a mí, nos metimos en teorías de conspiración porque queríamos la verdad, la valorábamos y sospechábamos que estábamos siendo engañados. Pero muchos se vuelven tan adictos a la sensación de derribar una narrativa que dejan de preocuparse por la verdad. Ese rechazo de la verdad es lo que trae locura.