En marzo de 2020, Trump estaba rodeado de científicos acreditados y venerados por todos lados. Le dijeron que a menos que aprobara la destrucción social y económica de aquello sobre lo que presidía, la muerte de millones recaería sobre él. Sin embargo, si aprobaba los confinamientos, aparecería una vacuna mágica a tiempo para las elecciones. Él recibiría el crédito. Incitado por los altos mandos de la seguridad nacional, además de algunos de sus propios familiares, e incluso por su propio vicepresidente, accedió de mala gana. Lo que no sabía era que todas estas personas no tenían sus mejores intereses en mente, mucho menos los del país o la salud pública. En cambio, eran agentes extendidos de las mismas fuerzas que habían intentado sin éxito desbancarlo durante los tres años anteriores. Además, TODOS tenían intereses industriales detrás de ellos: el ardiente deseo de promocionar un producto experimental. En cuestión de semanas, comenzó a sospechar. Para el verano, se dio cuenta del engaño. Para el otoño, se había educado completamente sobre la verdadera ciencia de las pandemias respiratorias. Ha cargado con el peso de este error todos estos años, sin nunca admitirlo. La lección que ha sacado de este horrible error de 2020 es confiar más en sus instintos y menos en la ciencia oficial. Este es el Trump que vemos hoy. Esta es su gira de venganza. Cualquiera que hable de la charla imprudente de Trump y su poco control sobre la literatura científica debe entender este contexto. Fue traicionado por todo el establecimiento científico. Tiene razón al haber terminado con todo esto. No hay ninguna posibilidad de que ahora pueda ser intimidado por afirmaciones oficiales de esta o aquella "ciencia establecida." Afortunadamente, ahora está rodeado de expertos independientes que saben lo que hay. Aprender y vivir. Trump ciertamente lo ha hecho.

La gente pregunta cómo sé esto. Es mi mejor recopilación de toda la información disponible, pública y privada, después de 5.5 años de lectura, estudio, conversaciones y reflexiones. Es mucho más que una opinión, pero no llega a ser un hecho definitivo simplemente porque mucho sigue clasificado.